¿Y ahora qué?

Todos nos hemos hecho alguna vez en la vida esta pregunta.

Es la pregunta que aparece siempre cuando se ha cumplido un ciclo, cuando algo concluye para dejar paso a cosas nuevas.

Nada escapa a esta pregunta, la propia humanidad se ha encontrado en múltiples ocasiones con ella. El resultado de encontrársela, la respuesta, puede ser relativamente tranquila y continuísta, por lo que la sociedad no se colapsa, o por el contrario, si el modelo resulta insostenible, este se rompe y la sociedad se resquebraja.

¿Es acaso posible qué se pierda todo lo logrado hasta ahora? como siempre, será la historia la encargada de responder. Pero basta con volver la cabeza hacia el pasado, hacía el último gran colapso de un modelo insostenible, el de los imperios esclavistas, entonces veremos como la caída del Imperio Romano de Occidente trajo consigo la Edad Media. La humanidad perdió en un segundo un conocimiento que tardó más de diez siglos en recuperar por completo.

El mundo vuelve a encontrarse con esta pregunta. Tenemos encima muchas crisis. La financiera, que todos consideran tan perjudicial pero que es solo la punta del iceberg. La energética, el agotamiento de los recursos, no tenemos un sustituto para los combustibles fósiles. Las crisis energéticas siempre fueron las responsables de los grandes colapsos hasta la fecha. Pero en esta ocasión aún nos queda un elemento más, el agua.

Son muchos los que opinan que las guerras que se libren en este siglo serán por el control de los recursos energéticos, pero en mi opinión se equivocan, el agua será el objeto de conflicto, la humanidad pasará sed y enloquecerá por ello. De cualquier forma, sea uno u otro, nos encontramos en un punto de inflexión, de nuestros actos de ahora dependerá el destino del ser humano durante los próximos siglos.

Las horas transcurren en nuestra contra.

¿Y ahora qué?