jueves, 12 de enero de 2012

Canciones del suburbano


No es la primera vez que el metro se convierte en protagonista de uno de mis relatos, supongo que es lógico, ya que siempre lo he utilizado mucho. Moverse en metro es para mí algo totalmente natural debido a que mis padres no tenían coche por lo que desde que era un bebé siempre fue el medio de transporte que utilicé para moverme.

Cuando llegué a adulto y obtuve mi licencia la cosa siguió por los mismos derroteros, me gusta el metro, es un transporte rápido y cómodo. Hay gente que prefiere el autobús, incluso hay gente que directamente no coge el metro porque se agobia o le da claustrofobia. Como digo, ese no es mi caso.

La magia del suburbano es que en él cualquier cosa puede ocurrir, al menos eso me gusta pensar. La mayoría de las veces ves situaciones un tanto surrealistas, que rallan lo cómico, o directamente se sitúan en el esperpento absoluto. En otras lo que sucede despierta en ti la ternura y el asombro, el ser humano todavía es capaz de hacer grandes cosas, o de tener pequeños gestos. La historia de hoy trata de este segundo grupo, las historias de esperpento las dejaré para otro día.

Mientras iba hacia el centro de mi ciudad junto a una amiga entró un chico en el vagón. Junto a él, su guitarra española y la funda contemplaban la estampa de un artista callejero. Al cerrarse las puertas comenzó una melodía, al principio me costó un poco reconocer el tema, puesto que no soy un gran fan de Sabina, y el joven artista hacía una versión un tanto particular de la canción. Un par de paradas más tarde la canción concluyó y se dispuso a recorrer el vagón buscando la "colaboración" (nunca entenderé por qué dicen "una colaboración") de los allí presentes.

Sinceramente no me disgustó cómo lo hizo, pero no tenía ni un euro suelto. Por regla general no suelo dar dinero a los artistas callejeros, salvo que lo merezcan de verdad, en este caso sí lo habría hecho. En lugar de darle mi dinero lo que sí le di fue mi mejor sonrisa, tal vez sea un pago exiguo pero era todo lo que tenía. En aquel momento un par de chicos echaron unas monedas en su bolsa, sin mediar ninguna palabra, tal vez guiado por un extraño instinto, el artista preguntó a los chicos por su nacionalidad, -argentinos- respondieron. En ese instante el músico les enseñó la guitarra, en ella había una pegatina que a penas pude distinguir...
- ¿La reconocéis? Preguntó el artista.
- Claro claro, cómo no. Pero ya sabés lo que significa.
- Sí sí -afirmó el músico- me la regaló una amiga y ya me contó que no se podía enseñar mucho por allí.
- ¿Has estado alguna vez en Argentina?
- El 4 de febrero voy para allá.
- ¿Y ya tenés dónde alojarte? preguntaron los argentinos
- Pues... tengo algún conocido por allí, primos de primos o algo así, ya buscaré algo.
- Noooo, venite a casa, apuntate mi facebook y hablamos, pero bueno, cuando vayas me llamás y puedes quedarte en casa.

Mientras tenían esta conversación, uno de los dos jóvenes le cogía la guitarra y se ponía a tocar. Por desgracia en ese momento llegó mi parada así que me bajé sin ver cómo concluía la conversación, pero me quedó una cosa clara, todavía hay bondad en el mundo y se ofrece alojamiento a un completo desconocido...

Aunque bueno, tampoco debería sorprenderme tanto, yo mismo he alojado a varios, jejejejeje.

4 comentarios:

Ale C. dijo...

Seria interesante saber que es lo que era la estampa (pegatina, como dices).
Yo no he tenido la oportunidad de viajar en metro, por que aquí no hay, (pero cuando tenga oportunidad me aventurare a usarlos ;)
También me gusta ir en transporte publico, te enteras de mil cosas, ademas de tener el tiempo de admirar lo que te rodea y meditar un poco de la vida

Oscuro dijo...

Sí, yo también me pregunto qué sería realmente, jejejejeje.

Yo he tenido la oportunidad de hacerlo en 3 continentes diferentes y en decenas de ciudades distintas, monté en un que incluso se conducía solo, todo era automático (en Lille, Francia), así que fíjate.

Es cierto, el transporte público te permite hacer eso y mucho más.

Un besito y gracias por pasar

Ale C. dijo...

Lo tomare en cuenta y en cuanto tenga la oportunidad me subiré a uno ;)

Saludos y un beso de regreso :D

Jenn dijo...

Siempre es bonito comprobar que ahí fuera todavía queda algo de bondad.

Yo no soy tanto de escuchar en el transporte público como de observar; disimuladamente, jugando a averiguar las vidas de mis compañeros de viaje, mientras en los auriculares se reproduce canción tras canción.

Supongo que cada uno tiene lo suyo... Besos.